viernes, 28 de diciembre de 2012

Parral Tamaulipas, Reynosa Chihuahua

Parral es como Reynosa hace 35 o 40 años; al menos la Reynosa querida que marcó nuestras vidas y que conservamos en la memoria. Desde la primera vez que viajamos a la capital del mundo tuvimos esta extraña sensación en distintos instantes y recorridos. A Parral  le pones el canal Anzaldúas, el Río Bravo y la refinería de PEMEX, y luego le quitas las estribaciones de la Sierra Madre Oriental, la mina de la Prieta y la tumba de Villa ¡y listo!, has de cuentas Reynosa de hace tres o cuatro décadas. Gente parecida, atmósferas semejantes, el mismo tráfico y los mismos atavíos, repertorio musical análogo; por decir algo, bajas en la central de autobuses y están en exhibición y venta discos compactos de los cachorros de Juan Villarreal y los Tremendos Gavilanes; pensé que esto era solo una ilusión óptica teranense o un inventario musical olvidado pero en un paseo a Santa Bárbara el papá de Nydia nos puso de banda sonora música de los Tremendos Gavilanes y los Montañeses del Álamo. Luego, el tío Prieto nos pidió una antología de lo mejor de los Cadetes de Linares. Pero lo verdaderamente sorprendente fue el primer fin de año que pasamos acá, llegaron unos sombrerudos chihuahuenses a la casa de enfrente y se la pasaron toda la tarde y noche escuchando repertorio musical de grupos nuevoleoneses del área Ramones-General Terán-Linares-China. No invento, despidieron el año con la canción de Ramones a Terán de los Invasores.
Y luego, en las calles y negocios de Parral te topas con indígenas tepehuanes, tarahumaras y pimas, como en Reynosa te cruzabas, en la década de los setentas con Paurakes, Karankawas, Kauramas, Borrados y otros tribeños de clanes y federaciones chichimecas casi extintos u olvidados.


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