viernes, 29 de marzo de 2013

Días muy grandes. Más vale una semana tarde que nunca

Nos despertamos con el pendiente de ir a darle el pésame a la madre del dios cristiano por la muerte de su hijo. Desde los tiempos que vivimos en la misión de Hualahuises, Nuevo León, somos devotos de la Virgen de los Dolores. Los Hualahuises y otras tribus de la alrededores tienen su advocación principal en la madre enlutada de Cristo y nos transmitieron su respeto y devoción.
El cristianismo y el catoliciso popular que de pronto nos invade (sobre todo en la primavera) no se riñe con nuestra militancia en el fundamentalimo islámico ni con el paganismo estacional que regularmente tenemos en la temporada invernal y alrededor de lo solsticios; mucho menos con el animismo, el espiritismo y el naturalismo que siempre traemos a flor de piel, especialmemte durante el otoño.
Bueno, el hecho es que pensamos: Hay que a acompañar en su dolor a la madre del hijo detenido desaparecido y eso merece dejar nuestro look de náufrago vacacional en las planicies el sur de Chihuahua; así, nos bañamos temprano y sacamos de la maleta nuestros mejores atavíos, afilamos el hacha para rasurarnos y, como nuevos, nos sentamos a almorzar en la casa de don Leodegario y doña Rita con el pecho henchido de furor, sintiéndonos casi casi unos cruzados a punto de iniciar el viaje y la guerra para recobrar el santo sepulcro.
Sin embargo, doña Rita y Nydia rápido nos bajan del avión en la sobremesa, afirman que hoy no es viernes de Dolores cuando les pedimos que no lleven a una iglesia para saludar a la Vigen. Tienen razón la velación de cuerpo de Cristo fue el viernes pasado pero como toda la semana anterior anduvimos en automático con el vuelo del examen profesional de doctorado se nos pasó la fecha.
Nos consuela que sin darnos cuenta nos graduamos el viernes de Dolores y que nos acordamos -aunque tarde- de nuestra devoción Hualahuis. Más vale una semana tarde que nunca.

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