lunes, 3 de junio de 2013

El tren y el avión de Meño

A veces Meño viajaba en ferrocarril a Terán, poco antes de que se extinguieran los trenes de pasajeros en la región. Se subía en San Nicolás, justo en el cruce de la vía a Tampico y la avenida central, en la colonia las Puentes. Pranganón como pocos pronto se hizo amigo de los garroteros, los boleteros y los guardias para que no le cobraran; tenía infinidad de anécdotas sobre la gente de las vías. Decía que el Monterrey-Tampico era su tren y algunos de sus parientes y amigos le creían; cuando la bestia de acero pasaba por ciudad Guadalupe y escuchaban el silbato de la misma afirmaban sus hermanas, hermanos y sobrinos: "Allí va el tren de Manuel". Igual decían cuando el sonido del ferrocarril anunciaba su llegada a la estación de Montemorelos y Terán: "Ya llegó el tren de Manuel". Disfrutaba mucho esa máquina y se resistía a dejarla morir como medio de transporte por eso le creíamos que era uno de sus dueños.
Pero no sólo era posesionario de medios de transporte terrestre también lo era de máquinas aéreas. Una vez nos dijo muy serios bajo el cielo nocturno de la colonia Roble San Nicolás: "Estoy esperando que pase mi avión para poder irme a dormir en paz", ¿Cual avión? le preguntamos intrigados y sinceros, respondió: "El avión que pasa a las 10:30 de la noche, cruza por aquí arriba, antes de aterrizar, en Apodaca, casi nunca falla, es mi reloj y aviso de que es hora de irse a soñar"; al mismo tiempo que nos aclaraba esto describió con un gesto una parte del cielo señalando una trayectoria imaginaria cuando se empezó a escuchar el motor de un jet y luego visualizamos el lucerío de una aeronave que, a toda velocidad, iniciaba el descenso. Parecía que Meño había invocado aquella máquina voladora pero no, sólo se trataba de su avión.


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