Fragmentos de memorias de las FLN-EZLN. Margil y Beatriz-Casa del Doctor Margil, El Mezquital, Apodaca, Nuevo León
"Margil y Beatriz.
Aunque ambos procedían de la región carbonífera de
Coahuila vinieron a conocerse en Monterrey, N.L. en los años 30’s, siendo él
estudiante de medicina y ella estudiante de enfermería. Pasado el tiempo contrajeron matrimonio y
decidieron fundar su hogar en esta tierra de trabajo donde procrearon seis
hijos. El Dr. Margil, extraordinario cirujano de quien no es exagerado decir
que intervino quirúrgicamente a decenas de miles de pacientes de la sociedad
regiomontana y del noreste de México, nunca hizo distingos de falsas categorías
sociales, lo mismo prestaba sus servicios médicos a los obreros agrupados en la
sección 67 de la fundidora, que a los más altos directivos de la misma; o a los presidentes municipales y
gobernadores de la época, como a los miembros de la incipiente oposición política, o a los más furibundos laicos,
miembros de la masonería, como a las más altas dignidades del clero local. Esta
libertad de pensamiento puesta al servicio de sus semejantes, de alguna manera
se hizo extensiva al seno del hogar.En los años 40´s, el
joven doctor compró una vieja construcción en el barrio comercial más popular
de la ciudad, la calzada Madero, y como era la costumbre de la época, instaló
su consultorio en los cuartos que daban a la calle, acondicionando al fondo su casa habitación.
Esa fue la primer Casa del Dr. Margil, en ella siempre había una cafetera
humeante y listas unas tacitas donde se invitaba “a tomar un cafecito” a los múltiples familiares y amigos que a
todas horas acudían a la casa ya fuera para consultas médicas como para hacer
comentarios de los últimos acontecimientos políticos y sociales. Lejos estaban
Margil y Beatriz de imaginarse cómo la educación libre de
dogmas y prejuicios que permitían a sus hijos y a un grupo numeroso de jóvenes
que eran siempre bienvenidos a comer o cenar, disfrutando siempre del mismo
cariño y respeto que brindaban a todos ellos, vendrían a influir tan
profundamente en la historia actual de nuestra patria.En la Casa del Dr.
Margil, los jóvenes invitados comentaban, tanto la actuación de la Guilmain en
el teatro del IMSS, como la de Tello
Mantecón en el popular Teatro México; así como las películas “rosas” o las de
temas sociales; no podía faltar la critica literaria donde Rulfo, Cortázar y Fuentes
tenían su bien ganado sitio. Por desgracia para este México nuestro no todo es
arte y literatura, junto a ellas siempre se entrecruza la realidad social. A
fines de los 50´s, el caduco sistema político nacional daba señales inequívocas
de haber llegado a su fin. Fincando su legitimidad en la deificación de la
figura presidencial, para vergüenza
histórica, pronto habrían de ocurrir los
más bochornoso actos de desprecio de los presidentes en turno hacia nuestro
pueblo; de eso también se hablaba en la casa de los Yáñez, no podían ocultarse
la represión a los ferrocarrileros huelguistas, por tener un sindicato
independiente del control gubernamental, y el cobarde asesinato del dirigente
sindical Guerra Montemayor, ni las salvajes golpizas a las jóvenes normalistas
de Galeana por el delito de solicitar mayor presupuesto para su plantel, o la
inoperancia del derecho de huelga cuando las empresas demandadas eran poderosas
transnacionales como la ACCO, no estar conforme con el poder presidencial era
tipificado como delito de disolución social y quien incurría en ello merecía,
según el criterio judicial, pasar varios años en prisión; no es de extrañarse
que al agravarse la represión
política, muchos de los jóvenes de esa época tuviesen que elegir entre guardar
silencio y hacerse cómplices o luchar junto a su pueblo por restituir la
libertad, la justicia y la democracia a lo que todo pueblo tiene derecho.
Cerrados todos los caminos del dialogo político, un pequeño grupo de hombres y
mujeres que durante años se habían reunido en la casa de los Yáñez tomaron la
decisión de iniciar uno de los movimientos armados más originales que registra
nuestra historia, conocedores de las fibras más sensibles de nuestra
idiosincrasia se propusieron modificar primero la conciencia nacional, fincaron
el crecimiento del movimiento en dar preponderancia a las causas políticas más
que a los militares, prohibieron el uso
de la violencia para adquirir armas y equipos; descartaron el terrorismo como
método de lucha; no fijaron plazo para desarrollar las actividades
conspirativas y dejaron claro que era a la dictatorial figura presidencial a la
que declaraban la guerra, no al pueblo de México. Hubieron de transcurrir más de 20 años para
que estos principios se conocieran, pero ya en boca y en brazos de miles de
hombres y mujeres libres. De lo único que pueden acusar hoy a esos luchadores sociales es el de conocer y
amar a su pueblo, haber tenido una mayor sensibilidad social y de ser
intransigentes con sus principios. Ni el gobierno de los Estados Unidos, tan
dado a otorgar “certificaciones” a cuanto movimiento social existe en este
mundo, puede endilgar el titulo de
“terrorista” a este movimiento político nacional que se ha ganado el cariño y
el respeto moral de muchos pueblos de la tierra. El resultado de esta marcha de
gigantes es del dominio público, en enero del 94, el autodenominado presidente
de México se ve forzado a reconocer que las causas políticas del movimiento
armado en su contra son justas, en
ese mismo instante la figura presidencial se derrumba y pierde toda
legitimidad, toca ahora al pueblo buscar el mejor camino para su desarrollo. La
dignidad y la soberanía nacional vuelven al pueblo; de ahí en adelante “el que
mande lo hará obedeciendo”.Los fundadores de un
movimiento social de tal magnitud sabían perfectamente que las posibilidades
individuales de conocer el final de la lucha eran remotas pero nunca dudaron
del potencial revolucionario del pueblo de México y que un día tomaría en sus manos
la lucha libertaria. En lo que respecta al doctor Yáñez y su esposa supieron de
la desaparición de su hijo y de sus
compañeros pero nunca confiaron en los fragmentarios informes oficiales que
empleando la guerra sucia y el terror contra su pueblo publicaban la tortura y
desaparición de los combatientes políticos para atemorizar a la población,
durante años se dedicaron a reunir evidencias de su existencia y cuando se
fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados
Políticos de México, (¡Eureka! posteriormente), ellos mismos proporcionaron los
nombres de todos los desaparecidos políticos para junto a otras madres y
familiares de muchos otros combatientes fuesen presentados todos con vida. Esa
lucha continúa.El doctor y la señora
Beatriz nunca dejaron de ayudar a los nuevos combatientes, mientras su salud lo
permitió nunca faltó en lo más intrincado de la selva, las norteñas tortillas
de harina, el chorizo y la carne seca que ella misma preparaba, los combatientes
agradecidos rebautizaron a Margil y a Beatriz
como “compañeros Romeo y Rosita”. Cuando por lo avanzado de su edad el doctor
cerró su consultorio donó todo su equipo médico de exploraciones a la clínica
que había construído la comunidad del ejido Morelia, en Chiapas. En enero del 94,
cumpliendo ordenes presidenciales ese bello ejemplo del trabajo en colectivo
fue destruido y los responsables de la misma asesinados. A Romeo y a Rosita no
les tocó conocer esta canallada, sus vidas se fueron extinguiendo con la
certeza del triunfo del pueblo de México. En la última etapa de su vida, Romeo
externó el deseo de que su casa fuese destinada para construir en ella un
centro cultural donde pudiera reunirse
la sociedad civil a platicar y discutir en un clima de libertad y tolerancia
para decidir su futuro.La actual Casa del Dr.
Margil, ubicada en el Mezquital, municipio de Apodaca N.L. fue adquirida en los
años 50´s cuando el Mezquital era un pueblito aislado que no contaba con
servicios públicos. Con el tiempo la expansión de la mancha urbana creció y hoy
es una colonia más en el área metropolitana de Monterrey. A fines de los 60´s
se modernizaron los antiguos cuartos de sillar, se instalaron servicios
sanitarios, y una cocina moderna.
Previendo la necesidad de almacenar equipos de guerra, también se construyó un pequeño sótano con
una entrada oculta. En ese lugar se almacenaron los primeros equipos de lo que
es hoy el EZLN. La casa es por tanto una evidencia histórica de la lucha de un
pueblo por alcanzar su libertad que contará con un pequeño museo de sitio que
explique esa etapa histórica. Para
cumplir con sus objetivos se acondicionaron los cuartos donde se podrán
celebrar conferencias, impartir cursos y talleres; en sus muros se exhibirán
exposiciones temporales y el gran patio servirá para efectuar festivales. La
casa cuenta con una terraza que será punto de reuniones sociales para “tomar un
cafecito” acompañando los recuerdos y los secretos celosamente guardados en la
Casa del Dr. Margil.CASA DEL DR.
MARGIL, A.C.…espacio cultural
de la sociedad civil" Transcripción de viejo tríptico sobre la Casa del Doctor Margil, El Mezquital, Apodaca, Nuevo León
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